“El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo que, al encontrarlo un hombre, lo oculta y, gozoso del hallazgo, va y vende todo cuanto tiene y compra aquel campo. Asimismo es semejante a un comerciante que busca perlas finas y, cuando encuentra una perla de gran valor va y vende todo cuanto tiene y la compra.” (Mateo 13, 44-52).

Jesús, que comenzó su predicación anunciando la llegada del Reino de Dios con imágenes y metáforas para que, por ser una realidad misteriosa, resultara más accesible a la inteligencia y atractivo al corazón, nos lo ilustra con la parábola del tesoro escondido, que al ser descubierto, gozosos por el hallazgo, se vende todo lo que se posee con tal de conseguirlo; y con la de un comerciante que buscando perlas finas -un experto en joyas- al encontrar una de gran valor hace otro tanto. Estas dos imágenes, el tesoro y la perla, son aplicadas a la sabiduría.

El Reino de los Cielos es ver y amar y sentirse amado por Alguien infinitamente mayor y mejor que nosotros mismos, pero que nos quiere sentados en torno a su mesa. De ahí que el Señor exhorte: “buscad primero el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás vendrá por añadidura. Por tanto no os preocupéis por el mañana” (Mt 6,33). “Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá” (Mt 7,7). ¡Oración! ¡Lectura meditada y asidua de la Palabra de Dios para hallar ese tesoro escondido y esa preciosa joya y no quedar encandilados con el brillo prestado por Dios a las cosas de este mundo!

Debemos ponernos en guardia contra la ilusión de buscar un paraíso aquí en la tierra, que es el sueño de todos los materialismos. La experiencia y la razón previenen al hombre contra la tentación de creer que el esfuerzo humano puede lograr un porvenir libre de miserias. La centralidad autoreferencial que busca en las drogas la ilusión de una vida más placentera no es sino la fantasía de la evasión de la realidad que lleva al sinsentido existencial. ¡Cuánta irrealidad existencial por no tener el horizonte encaminado al Señor de la Historia!

Busquemos la sabiduría de Salomón que se hace presente en el seguimiento de Jesús, la sabiduría hecha Carne.